El romanticismo mexicano se distinguía por amalgamar
el periodismo, la política, el positivismo y el liberalismo, pues surgió en los
años previos a la Revolución Mexicana.
El poeta Manuel Acuña es posiblemente el
máximo representante del romanticismo en México.
El movimiento artístico conocido como Romanticismo se
desarrolla casi paralelamente al Neoclásico, aunque lo hace de manera sutil, a
través de un proceso lento que se gesta con el tiempo, dando cada vez mayor
interés a lo exótico y lo pintoresco.
Al finalizar el movimiento revolucionario en Francia, se instauran los regímenes absolutistas que promueven la restauración de los valores monárquicos y la desaparición de los vestigios de la Revolución Francesa. El romanticismo se convertirá en la bandera que tomen las nuevas generaciones de artistas que quieren una revolución desde todos los campos de las actividades humanas.
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